La entrañable y conmovedora historia de Hashiko

El Hachiko real a una edad adulta
 
El 8 de abril de cada año se conmemora en Japón, en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya, a Hachiko.

Esta es su historia...

Hachikō, a veces conocido en japonés ハチ (Hachikō, el perro fiel) nació en noviembre de 1923 en la prefectura de Odate, provincia de Akita, al norte de Japón. Era un perro de raza Akita, macho y de un intenso color blanco.

Desde la Prefectura de Akita hasta la estación de Shibuya viajó durante dos días en tren, en una caja. Cuando lo fueron a retirar sirvientes del profesor, estos creyeron que el perro estaba muerto. Sin embargo, cuando llegaron a la casa, el profesor le acercó al perro un vaso con leche, y éste se reanimó. El profesor lo recogió en su regazo y notó que las piernas delanteras estaban levemente desviadas, por lo que decidió llamarlo Hachi (ocho en japonés) por la similitud con el Kanji (letra japonesa) que sirve para representar al número ocho (ハ).

En verdad el perro estaba destinado a la hija del profesor, quien prontamente abandonó la casa paterna al quedar embarazada y casarse para irse a vivir a la casa paterna de su esposo. Así, al comienzo, Hachi iba a ser regalado, pero el profesor pronto se encariñó con el perro al que adoraba enérgicamente.


Como Hachiko no podía acompañar a su amo hasta la universidad., dejaba la casa todas las mañanas con el profesor y caminaba junto a él hasta la estación Shibuya.

El perro observaba como su dueño compraba el boleto y luego desaparecía entre la multitud que abordaba el tren. Más tarde, Hachiko acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde.

Esto sucedía todos los días. Así es como la imagen del profesor con su perro se volvió familiar en la estación Shibuya, y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho.

Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. En Shibuya, Hachiko esperaba enfrente de la estación.



Muy pronto las noticias sobre la repentina muerte del profesor alcanzaron Shibuya. Inmediatamente muchas personas pensaron en Hachiko, ¿qué sería de él?. Varios tuvieron la misma actitud y fueron a la pequeña plaza para convencer al perro de que volviera a su hogar, como si él pudiera comprenderlos.

A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, Hachiko iba cada mañana a la estación, esperaba el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a áquel que amaba. No tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.

La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los japoneses pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso.

En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru (Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua en honor su amigo Hachiko. El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko.

Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko falleció al pie de su propia estatua debido a su edad, en el mismo lugar donde durante años esperó sin cansarse a su amo. Fué enterrado con todos los honores junto a la tumba del profesor por la gente que tanto lo había cuidado durante su larga vigilia,   pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón.

Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando a Hachiko y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua de Hachiko, y dicha sociedad contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor.


Hoy en día, la estatua de Hachiko permanece en el medio de la plaza enfrente de la estación Shibuya. Podemos encontrar alrededor de ella fuentes, puestos de diarios y revistas y personas sonrientes contándoles la historia de Hachiko a los pequeño y a los no tanto.

Los restos de Chuken Hachiko (en japonés, el leal perro Hachiko) descansan junto a los de su amo el Dr. Eusaburo Ueno. En una esquina de la sepultura de su dueño en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio.

El 8 de Abril de cada año, los habitantes del pueblo del profesor rinden un homenaje ante la estatua de Hachi Ko, con ornamentaciones y discursos conmemoran su memoria, como símbolo del amor y la lealtad del que son capaces los perros.
Hachiko en el cine

En 1987, los mismos japoneses produjeron una película denominada Hachikō Monogatari, que en su momento batió récords de público en el país asiático. Esta versión es más leal a la recién estrenada Hachiko, a dog's story con Richard Gere. Pero nunca estan demás las películas acerca del mejor amigo del hombre y el más leal de todos.
Por su parte, los creadores de la serie animada Futurama también le han rendido homenaje a esta bella historia.
Jurassic Bark (Ladrido Jurásico) es el capítulo 7 de la temporada 4 de Futurama. Estuvo nominado a un Emmy pero perdió contra los Simpsons.