Dos hermanos atropellados por el mismo taxista, un año de diferencia.

En 1975, mientras conducía una moto en Bermuda, un hombre fue accidentalmente arrollado y muerto por un taxi. Un año después, el hermano de este hombre fue muerto exactamente de la misma forma. De hecho, el estaba montando la misma moto. Y para hacer las cosas más extrañas, fue arrollado por el mismo taxi conducido por el mismo taxista… ¡Y hasta llevaba al mismo pasajero! ¿Le habrán quitado la licencia a este hombre?

Pertenencias intercambiadas en hoteles.

En 1953, el reportero de televisión Irv Kupcinet estaba en Londres para cubrir la coronación de Elizabeth II. En uno de los cajones de su cuarto en el Savoy encontró unos artículos que, por su identificación, pertenecían a un hombre llamado Harry Hannin. Como coincidencia, Harry Hannin (una estrella de baloncesto de los Globetrotters de Harlem) era un buen amigo de Kupcinet. Pero la historia tiene otro giro, solo dos días después, y antes de que pudiera darle a Hannin la noticia de su descubrimiento, Kupcinet recibió una carta de Hannin, en ella, Hannin le dice a Kupcinet que mientras estaba en el hotel Meurice en Paris, encontró en un cajón una corbata, ¡con el nombre de Kupcinet en ella!

Hermanos Gemelos, mismo ataque al corazón.

John y Arthur Mowforth fueron gemelos que vivieron cerca de 130 kilómetros separados en Gran Bretaña. En la noche del 22 de Mayo de 1975, ambos cayeron por un severo dolor en el pecho. Las familias de ambos hombres no sabían nada de la enfermedad del otro. Ambos hombres fueron llevados a diferentes hospitales aproximadamente al mismo tiempo. Y ambos hombres murieron de ataques al corazón poco después de haber llegado.

Dos Sr. Bryson, en la misma habitación de hotel.

Durante un viaje de negocios a finales de la década de 1950, el señor George D. Bryson se detuvo y se registró en el Hotel Brown en Louisville, Kentucky. Después de firmar el registro y haberle dado la llave del cuarto 307, se dirigió al escritorio de correo para ver si tenía alguna carta para él. “Ciertamente hay una carta”, le dijo la chica del correo, y le dio un sobre dirigido al Sr. George Bryson, habitación 307. Esto no habría sido tan raro, excepto por que la carta no era para él, sino para el anterior ocupante de la habitación 307, otro hombre llamado George D. Bryson.