Una anciana vive desde hace más de 10 años con el cuerpo de su marido muerto

La anciana Jean Stevens no quiso quedarse sola cuando murió su marido en 1999. Por esa razón,  varios días después del entierro llevó el cuerpo a casa. Desde entonces lo mantuvo embalsamado en su vivienda en un lejano pueblo de Pensilvania. Con su hermana gemela repitió la operación. No podía soportar la idea de que se quedaran encerrados en un ataúd, según publica la cadena msnbc.com.


El fiscal del condado de Bradford comunicó que la señora Stevens podía tener los cuerpos siempre que construyera un mausoleo o un lugar apropiado para sus difuntos.

"La muerte es muy difícil para mí, dijo la anciana que vive sola, desde que muriera su hermana gemela en octubre pasado.

Stevens desenterró el cuerpo de su marido unos días después de su entierro, lo vistió con un traje oscuro, le puso una camisa blanca, una corbata de punto azul y lo sentó en el sofá en el garaje. Ahí permaneció por más de una década.

A su hermana la acomodó en la habitación de los invitados, le puso su bata preferida y le echa su perfume para que esté bien.

La policía estatal se ocupó de la investigación, aunque no se presentaron cargos contra la mujer que conservaba los cuerpos embalsamados de sus seres queridos. Ella sabe que sus escasos vecinos consideran que es una historia macabra y la miran con un poco de miedo, pero la señora tiene sus propias razones.

La señora Stevens es claustrofóbica y no quería que su hermana fuera cremada. Pensar en eso le hacía perder la respiración, ha contado.

Descubierto un calamar de aguas profundas con un pene gigante

Londres, (dpa).- En el mar alrededor de las islas Malvinas fue capturado un calamar de aguas profundas con un pene gigante, que erecto tiene un largo de 67 centímetros, casi el mismo que el cuerpo del animal.

Este descubrimiento arroja nuevos datos sobre el apareamiento de este calamar de la especie Onykia ingens y otros moluscos de aguas profundas, explicó el investigador Alexander Arkhipkin, del Ministerio de Pesca de las islas Malvinas, en un artículo publicado hoy en la página de Internet de la emisora BBC.
En todos los cefalópodos, la forma del cuerpo es un obstáculo para la cópula. Por este motivo, muchos calamares poseen un brazo copulador con el que el macho introduce esperma por la piel de la hembra. Sin embargo, el calamar de aguas profundas carece de este brazo modificado.
Por este motivo, para los investigadores era un enigma cómo lograban la cópula. Aparentemente, este pene extramadamente largo soluciona este problema, indicó Arkhipkin, que encabezó el equipo de investigadores que publicó el artículo original en la revista "Journal of Molluscan Studies"

Un fontanero cae desde un octavo piso y sólo se rompe un brazo

Raúl López, de 37 años, que ya acumula apodos como "el hombre milagro" y el "plomero (fontanero) volador", cayó ayer cuando realizaba un trabajo en el conducto de aire acondicionado de un edificio en construcción del centro de la ciudad de Córdoba, 710 kilómetros al norte de Buenos Aires, explicó al diario Clarín.
"Estaba sobre una tabla que se movió y ahí me vine abajo", desde una altura de unos veinte metros, pero "unas maderas del primer piso amortiguaron un poco el golpe", recordó el obrero, que afirma no haber perdido la consciencia en ningún momento.
Convencido de que se ha salvado gracias a un milagro, confesó que el accidente le ha devuelto la fe, pero que no piensa volver a subirse a un andamio jamás.

Un perro aprende submarinismo

Su dueño lo ha vestido con un equipo completo de submarinismo adaptado para perros para sumergirlo durante unos minutos en las aguas de la ciudad rusa de Vladivostok.

Durante la inmersión el perro parecía bastante nervioso, aunque su amo asegura que ha sido una experiencia muy agradable para los dos. Parece que este perro ira poco a poco aprendiendo a bucear.

El primer camarero-robot del mundo 'trabaja' en Bangkok

Robot camarero Bagnkok

El 'camarero-robot' de Bangkok

Los clientes de un nuevo restaurante de Bangkok alucinan con el primer "camarero-robot" del mundo, que sirve con precisión milimétrica platos de cocina japonesa y baila al son de música pop entre los aplausos de los comensales.

Vestido con un traje de guerrero samurai y con una pantalla en lugar de ojos, este particular servidor es el último grito en tecnología robótica aplicada con fines comerciales y quizás el futuro del negocio de la restauración, según su creadora.

"No llega tarde, no se toma una pausa para fumar, y no pide una propina pese a que hace el trabajo de ocho personas por turno", asegura a EFE Lappassarada Thanapant, la dueña tailandesa de Hajime, un restaurante de cocina nipona que abrió sus puertas hace menos de dos meses en un moderno centro comercial de la ciudad.

Thanapant explica que la idea del robot le surgió hace seis años, cuando durante un viaje a Japón visitó por curiosidad una feria de robótica experimental y encargó a una empresa local un prototipo de robot con brazos denominado "Motoman".

En cuanto le presentaron con el modelo idóneo, no dudó en pagar seis millones de bat (185.000 dólares) por cuatro "camareros" súper eficientes y rápidos.

"Son casi perfectos, no se pueden equivocar y la higiene es total porque no pueden tocar la comida o a los clientes", señala la propietaria, que confía en recuperar su inversión en menos de dos años gracias a la popularidad del invento.

Cada mesa cuenta con una pantalla táctil en la que se piden los platos, según el típico sistema japonés de buffet motorizado y a un precio razonable: 449 bat (14 dólares) por el menú básico y 555 bat (17 dólares) por una degustación de carne y pescado importados.

En cuanto la comida está lista, el terminal avisa a los comensales de que el "camarero" está a punto de llegar, para que nadie se pierda el espectáculo.

Dos de los robots son una versión más simple con un solo brazo, que se encargan de tomar los platos de la cocina y entregárselos a sus compañeros más avanzados, con dos miembros, cuerpo móvil y "uniforme".

Éstos últimos toman el pedido y tras recorrer en un santiamén un raíl hasta la mesa correspondiente, despachan a través de una pequeña ventanilla que solo se abre cuando están a punto de llegar y de la que luego se llevan los cuencos vacíos.

Thanapant confiesa que retirar los platos acabados es una de sus asignaturas pendientes, pues los camareros mecanizados detectan si el cliente ha terminado mediante un dispositivo óptico que a veces falla.

Tampoco han perfeccionado un sistema para que sirvan las bebidas o pagar la cuenta, casi las únicas funciones que sigue realizando el personal humano, del que también depende colocar cada plato en el lugar correcto para que lo recojan sus compañeros de metal.

Además y por si todo esto no fuera suficiente, cada hora llega el momento de la actuación.

En cuanto empieza a sonar por los altavoces una conocida melodía pop, los robots dejan de servir platos y durante unos minutos se ponen a "bailar", moviendo sus brazos al ritmo de la música, dando vueltas como una peonza mientras recorren arriba y abajo el raíl entre los aplausos de los comensales.

"A los niños les encanta, muchas familias se quedan hasta la siguiente función para volver a ver el baile", afirma con orgullo Thanapant.